¿Dónde estás?

No estás a mi lado sino dentro de mí, como una fruta amarga. No puedo mirar tus ojos de almendras, sólo recordarlos, nunca pude llorarlos. Elegiste alienarte, y en el momento más íntimo no pude ni rozar la punta de tu alma. Quisiste tenerme, vos que no sos dueño de vos mismo, y los dos –separados– caímos en tu boquete. ¿Qué quisiste hacer conmigo, juguete voluntario y plegado en tus manos? Te escondiste bajo nueve máscaras, y no pude sacarte ni una, pero bajo todas ellas los ojos que vi fueron siempre los tuyos.

No podés tocarte, y por eso no pudiste tocarme. No podés mirarte a los ojos, y por eso cuando nos miramos no pudiste quedarte. Caminé hacia vos de frente, las palmas abiertas, la mirada franca, y vos no pudiste apropiarte de tu deseo y unirte a mí.

No hay comentarios: